Las sorpresas del ADN:
ahora sé quién soy (Capitulo 2)
ahora sé quién soy (Capitulo 2)
Javier Lizarzaburu BBC Mundo, Lima
- 19 julio 2013
- comentarios
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En el último
artículo de hace una semana decía, con cierto aire de haberlo superado todo,
que ya no me importaba qué resultados arrojaba la prueba de mi origen genético,
que lo que contaba era el presente, lo que hacía yo, y todo ese discurso. Pero
acabo de recibir una lección. Una lección que cambió toda mi perspectiva sobre
quién soy y de dónde vengo.
Los
resultados los recibí por internet y tan pronto vi el cuadro resumen, que
comparto con ustedes aquí arriba, me quedé un rato mirándolo: soy 40% sangre
india. Sangre de los primeros seres humanos que llegaron a este continente
americano hace unos 20.000 años y que lo poblaron, según la ciencia, desde el
norte hacia el sur.
Hasta ahí,
un gran dato. Pero, ¿me imaginaba que iba a ser ese porcentaje? No. No me lo
imaginaba. Y ahora me doy cuenta de que las historias de familia todavía
seguían vigentes en algún lugar de mi mente y, tal parece, esperaban ser
validadas con más fuerza. Y no fue así.
El otro gran
componente de mi coctel genético son esas tres categorías que aparecen como
Mediterráneo, Noreuropeo y Sudoeste Asiático. Al ver esas etiquetas pensé
"joder, se me llenaron los cajones otra vez, ¡quiénes son estos
ancestros!" ¿Tenía por ahí un bisabuelo alemán o un tatarabuelo paquistaní?
La más
confusa fue la última categoría: un 2% del Noreste asiático. Tengo una amiga
que se había hecho una prueba similar y le había aparecido una bisabuela china
de la que en casa tampoco le habían hablado. ¿Ese era el caso aquí? ¿Más
secretos después de creer que había hecho la tarea y dejado todo en claro?
Lectura científica
Spencer Wells
Derechos de
autor de la imagen other Image caption Spencer Wells es el científico que
inició el proyecto.
Así que
cuidado con los que se hagan estas pruebas. Leer los datos no es tan evidente
como pareciera, y asegúrense de no meterse en líos al empezar a buscar
ancestros secretos. Resulta que la relación no siempre es tan directa.
Hace un par
de días hablé vía Skype desde Washington con Spencer Wells. Él es el científico
que empezó este proyecto, que ya viene costando unos US$40 millones, con
National Geographic en el 2005.
De no haber
sido por esta conversación, hoy estaría tocando la puerta de cada familiar
pidiendo explicaciones.
Ese 40%
indígena, por ejemplo, es el resultado de todas las mezclas que hubo entre
todos mis ancestros en los últimos 500 años. Un auténtico proceso de mestizaje.
Pero hay más.
Juanita, la momia
Image
caption Lizarzaburu comparte el mismo código genético que la momia Juanita, la
mejor conservada en las Américas.
El dato más
significativo vino de mi lado materno. Sucede que desciendo de la momia
Juanita, una de las mejor conservadas en las Américas, y que fue sacrificada
durante el imperio Inca (siglo XVI) en una de las montañas al sur del Perú.
Aunque para
ser rigurosos, no desciendo directamente de ella (sí tenía muchas ganas de
ponerlo de esa manera). Después de su descubrimiento en 1995, se le hicieron
varias pruebas de ADN y el resultado es que ella y yo compartimos el mismo
código genético. Algo bastante común entre la población indígena de América del
Sur, me dijo Wells.
Lo más
irónico de este dato es que la abuela que me crió, a quien describí como una
señora blanca, de ojos azules, la encantadora pero racista abuela que me
hablaba de "blanquear la sangre", llevaba en la suya el código
genético de Juanita.
Este es un
punto interesante y corrobora los datos hallados por Peter Wade, de la
Universidad de Manchester, en Reino Unido, en poblaciones "blancas"
de Colombia y Brasil. Para sorpresa de ellos también, sus códigos genéticos
guardaban información con altos componentes indígenas.
El coctel genético
Derechos de
autor de la imagen other Image caption "Lo más irónico es que la abuela
que me crió, la encantadora pero racista abuela que me hablaba de 'blanquear la
sangre', llevaba en la suya el código genético de Juanita".
Sobre las
categorías de Mediterráneo, Noreuropeo y Sudoeste asiático, Wells refiere que
en realidad las tres constituyen el perfil genético de los europeos en su
conjunto. En mi caso particular, esa información encaja con el origen de
algunos de mis ancestros en ambos lados de mi familia.
Respecto al
lado asiático, este geneticista y antropólogo estadounidense señala que, si
bien podría representar a un ancestro de esa región, "lo más probable es
que sea tu conexión a las poblaciones asiáticas que cruzaron el Estrecho de
Bering y dieron origen a los indígenas americanos".
No obstante,
la tecnología todavía no puede asegurarme que no tenga un ancestro chino, más
cercano en el tiempo, que quedó oculto.
Si bien la
publicidad de National Geographic señala que la información que te dan es una
mezcla de tus orígenes de hace miles de años con las últimas seis generaciones,
por ahora no es posible indicar con precisión cuál de esos datos es reciente y cuál
antiguo.
Comparando porcentajes
Mirando los
prototipos genéticos por regiones, mi información se parece más a la de un
mexicano de Estados Unidos que a la misma población nativa de mi país.
Una
explicación muy probable para esto es el grado de mezcla que hubo entre mis
antepasados.
Otro aspecto
que la ciencia permite asegurar es que no existen grupos humanos
"puros". Todos somos consecuencia de algún tipo de mestizaje
producido en algún momento de nuestro recorrido por el planeta [Haga clic abajo
para ver los prototipos (en inglés)].
La ruta del ser humano
Lo
fascinante, en todo caso, ha sido poder tomar conciencia de los grupos humanos
de los que provengo desde que salieron de África, hace unos 60.000 años. Poder
seguirles la ruta por el planeta hasta que llegaron a donde estoy hoy es una
experiencia incomparable.
Si algo se
vuelve a constatar con estas pruebas es que todos descendemos del mismo hombre:
un Adán negro, y de una misma Eva negra. No es que ellos hayan sido ni los
primeros ni los únicos seres en esa época. Pero son los únicos cuya información
genética sobrevivió hasta el presente.
Los
descendientes de estos padres ancestrales dejaron África muy posiblemente por
una catástrofe climática. Esa decisión, ese momento en que decidieron emigrar
en busca de mejores climas y pastos, dio inicio al poblamiento del planeta
Tierra.
En suma, lo
que la genética nos muestra hoy es la gesta de la humanidad, aquella que quedó
grabada en la memoria de nuestra piel.
Un proyecto de la revista estadounidense National Geographic busca las
rutas que siguieron nuestros ancestros desde que salieron de África hace 60.000
años, a través de muestras de ADN de personas interesadas en participar.
El periodista peruano Javier Lizarzaburu es uno de ellos y durante dos
semanas nos contó su experiencia. ¡Muchas gracias a todos los que han sido
parte de esta serie a través de su lectura y comentarios!
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